Hay una escena en la película en la que K camina solo, destrozado física y ‘mentalmente’, y pasa por delante de un anuncio holográfico gigante de Joi, la sirviente virtual.
La escena —una vez conseguimos cerrar la mandíbula y desconectar del flipe visual unos segundos—, se nota forzada, sobrante, metida con calzador. No era necesaria. Lo que explica ese momento es redundante porque ya sabemos cómo se siente K, ya sabemos qué funciones tiene Joi y la relación que une ambos personajes. ¿Entonces? Ah. Ana de Armas sale desnuda.